miércoles, 21 de agosto de 2013

EL TRISTE FINAL DE CASILLAS

Es una evidencia que los días de Casillas en el Madrid están contados. Tocan a su fin. No sé si será en esta temporada o en la siguiente pero se presiente y se adivina con bastante claridad su cercano y triste final. Y lo está viviendo de la peor manera posible.

Casillas se podría haber retirado con 40 años en el Madrid, en plenitud, siendo querido, aclamado y venerado por la afición del Madrid, como su penúltimo gran símbolo, como su penúltimo gran capitán, batiendo todos los récords habidos y por haber, de temporadas, de partidos jugados, de antigüedad como capitán, etc., con todos esos récords para los amantes de las estadísticas. Más o menos como Raúl. Pero no lo va a hacer. Se podría haber retirado como uno de los grandes iconos del madridismo. Y no va a ser así. Lamentablemente.

El único culpable de que esto vaya a ser así tiene nombre y apellidos: Iker Casillas Fernández. Casillas cayó de pie en el Bernabéu. Trajo un pan debajo del brazo en su bautismo madridista y además plantó sus flores allá por donde pasaba. El Madrid tenía a Raúl como bastión y estandarte pero Casillas no le iba a la zaga. Aquel jovenzuelo atrevido y descarado caló pronto en el madridismo. Sus grandes cualidades, sus portentosas actuaciones y por qué no decirlo, su gran dosis de suerte en momentos puntuales y cruciales (como en aquella final de Champions contra el Bayer Leverkusen), hicieron el resto. Había nacido un nuevo símbolo y líder. Como lo fueron tantos y tantos en la historia del Madrid.

Cuando se estaba haciendo como jugador y era un imberbe aún, hubo un entrenador que se atrevió a sentarle en el banquillo. Y no, no fue el malhadado y “diabólico” Mourinho. No. Fue, ese señor mayor y orondo que ejerce de seleccionador nacional y que tiene como pasatiempo lanzar puyas y provocar al madridismo. Recuerdo, entonces, con meridiana claridad, cómo al jovencito Casillas, aquello no le pareció nada bien. Ya apuntaba maneras. Montó en cólera y se fue quejando por todas las esquinas por la “intolerable” decisión del señor marqués. (http://www.goal.com/es/news/27/liga-de-espa%C3%B1a/2012/02/29/2934516/%C3%ADker-casillas-recuerda-que-del-bosque-lo-apart%C3%B3-del-real)

Ocurrió que Casillas, siendo un chavalín aún, no tenía periodistas amigos, ni poder de influencia en los medios. Tampoco era el capitán del Madrid, ni una voz autorizada del vestuario. Entonces, sus quejas, se diluyeron como un azucarillo. Aún así, al señor marqués, ese que no tiene ni una mala palabra, ni una buena acción, le llovieron palos por atreverse a sentar a Casillas. Empezó a jugar César, un portero mucho más curtido y con mayor experiencia, y ahí se paró el efecto inicial de Casillas en el Madrid. Luego ocurrió lo de aquella mencionada final de Champions contra el Leverkusen y el resto de la historia ya la conocemos…

Con el paso del tiempo, Casillas se fue asentando en la portería del Madrid con sus grandes actuaciones, y con ello fue convirtiéndose en un líder y una voz autorizada del vestuario blanco. Nada se hacía ni se decidía sin su visto bueno o aprobación, todo pasaba por su tamiz. Su carisma, su imagen y su liderazgo eran indiscutibles e indiscutidas.

Más tarde, Casillas, envuelto en esa aureola casi mística de santo e intocable, empezó a mostrar signos extraños de un mal entendido madridismo, de un pésimo madridismo. Del peor madridismo posible. Sus actuaciones en este terreno empezaron a ser muy discutibles y criticables. Todo empezó con aquel compadreo y chalaneo asqueroso y vomitivo con sus amigos del Barcelona y compañeros de la selección. Casillas, hurgó en la herida más profunda del madridismo, con aquella vomitiva exhibición fotográfica con los Xavi, Piqué, etc., en una época en la que el Barcelona nos atropellaba una y otra vez dentro del campo, y lo que es peor, fuera de él. Las continuas burlas, con gestos incluidos (la manita de Piqué) y manifestaciones hirientes de todo tipo, sobre todo en boca de los mencionados Piqué, Xavi, Guardiola, etc., no solo no fueron adecuadamente contestadas por el capitán del Madrid sino que fueron totalmente toleradas e ignoradas. No contento con ello, Casillas, posaba sonriente con todos esos provocadores y agresores verbales en las concentraciones de la selección. Las continuas provocaciones, befas y mofas de los jugadores del Barcelona quedaron impunes a los ojos del madridismo auténtico. Casillas hizo dejación de sus funciones no solo como capitán del Madrid, sino (y lo que es peor) como VERDADERO MADRIDISTA. Casillas, no defendió al Madrid. De hecho, se puede decir que fue cómplice con su lamentable actitud, de ese recochineo continuo al no decir basta, dar un puñetazo encima de la mesa y parar los pies a los maleducados jugadores del Barcelona que no sabían respetar al rival. El madridismo militante, no le perdonó aquella inacción y aquel mal entendido buenismo. Ese fue el comienzo del fin de Casillas en su idílica relación con una gran parte de la masa social merengue. Aquello molestó mucho al madridismo de a pie, al madridismo auténtico, que no entendió ni admitió la falta de coraje de Casillas para defender al Madrid y para responder a aquellas provocaciones y a aquel escarnio continuo para con su equipo, el MÁS GRANDE DE LA HISTORIA. Casillas pasó del tema. Se lavó las manos. Al madridismo rancio, caduco y aborregado, el llamado pipero, aquello le dio igual por aquello de preservar el infumable y maloliente señorío. Según estos madridistas de pacotilla y salón, había que mostrar señorío y no contestar a todas esas provocaciones de los jugadores del Barcelona. Así es como entiende el señorío, esa porción madridista trasnochada. Ante esas situaciones, dicen ellos, hay que callarse. Ser unos caballeros. Por eso, Iker se convirtió, con su comportamiento, en el icono de ese “madridismo” ridículo.

El culmen de aquel penoso comportamiento de Iker, fue aquella vergonzosa y patética llamada telefónica de Casillas a Xavi y Puyol (http://ecodiario.eleconomista.es/interstitial/volver/directsag13/futbol/noticias/3320651/08/11/Mourinho-indignado-con-la-llamada-de-Casillas-a-Xavi-y-Pique-tras-la-Supercopa.html), para rebajar la tensión de aquellos Madrid- Barcelona llenos de hostilidad, como pidiendo perdón. ¿Perdón?, ¿De qué y por qué?, nos preguntamos muchos entonces. Aquello se interpretó como una especie de poner la otra mejilla para que nos siguieran inflando a ostias. Mourinho, entonces, muy beligerante con la actitud provocadora de los jugadores y miembros del Barcelona, y con toda la razón del mundo, montó en cólera al enterarse de aquella llamada sin su consentimiento y ahí empezó a fracturarse su relación con el entrenador. La herida con el entrenador del Madrid ya estaba abierta. Casillas, de alguna forma, desafió la autoridad de Mourinho, que era quién cargaba sobre sus espaldas aquella batalla y era la voz del madridismo en aquella guerra dialéctica contra el Barcelona. Mourinho se sintió traicionado (por primera vez) por Casillas. Mourinho no podía entender, ni ningún madridista serio y auténtico, cómo el capitán del Madrid podía prestarse a aquella humillante y monumental bajada de pantalones y dar precisamente argumentos y munición a los provocadores.

Después, el amigo de Casillas, Xavi Hernández y otros miembros del Barcelona, continuaron con su campaña de provocaciones al Madrid con sus declaraciones fuera de tono y lugar y la respuesta del capitán del Madrid fue la conocida y habitual. El silencio. Ni un reproche ni una llamada de atención a los provocadores.

Y aún hubo más. Tras aquellos Madrid-Barcelona varios jugadores del Barcelona señalaron con el dedo acusador y vetaron a Álvaro Arbeloa, insinuando incluso al señor que ejerce de seleccionador, que no le volviera a convocar, lo cierto es que hubo “lobby” barcelonista para que Arbeloa no volviera a la selección. Ante aquel furibundo hostigamiento a Arbeloa, Casillas, no defendió a su compañero, no ya en su condición de compañero y jugador del Real Madrid, sino de la selección española. Simplemente, no movió un dedo. El madridismo de vena, entonces, ya estaba muy escocido con el comportamiento de Iker.

Tampoco el madridismo de a pie podía entender algunas declaraciones en alguna entrevista donde elogiaba a tipos como Guardiola o Luis Enrique (http://barsarealmadrid.com/critican-duramente-a-casillas-por-decir-que-guardiola-le-transmitio-valores-12242/), caracterizados ambos, por su recalcitrante antimadridismo. El caso es que Casillas, queriendo ser tan políticamente correcto y ejercitando un pestilente buenismo, se convirtió en un gran hipócrita redomado.

Casillas, lejos de corregir su extraña actitud, siguió con su particular modo de ejercer su madridismo. No votando a Cristiano al Balón de Oro como mejor jugador ni a su entrenador, Mourinho, como mejor entrenador. Y pasó el tiempo.

Ya con Mourinho instalado en el Madrid, con un gran proyecto para el club, el Madrid le empezó a morder la oreja al Barcelona, partido tras partido, competición tras competición…Se le tomó la medida al Barcelona y Casillas era protagonista en ese cambio de ciclo.

Y llegó la temporada pasada. El Madrid tiró la Liga en las 3 primeras jornadas de Liga. En solo 3 jornadas, el Barcelona nos sacó 7 puntos. La Liga acabó cuando no había comenzado. Casillas contribuyó a aquel desastroso inicio de campaña con unas actuaciones nefastas. No fue él el único culpable pero sí de los más significados. Su inicio de temporada fue espantoso. Con una baja forma alarmante, muy pesado, muy poco ágil, sin colocación, pasado de forma, tardo en reflejos, Casillas empezó a suscitar muchas dudas y Mourinho, con discutible criterio, le mandó al banquillo. Digo discutible, no porque Casillas no se mereciese el banquillo, sino porque el suplente, Adán, estaba muy verde para ocupar ese puesto. El Madrid no tenía un buen portero suplente. Sinceramente, entre un Casillas en tan baja forma y Adán (con todos mis respetos al chaval), yo hubiera mantenido a Casillas. Adán, no podía, ni de lejos, competir con Casillas.

Y llegó la lesión de Valencia, con aquella patada fortuita de Arbeloa (manda huevos que fuera Arbeloa) y una buena temporada al dique seco. Y ocurrió lo impensable. El Madrid ficha a Diego López (canterano madridista), que recordemos, en ese momento era suplente en el Sevilla de Míchel, sí de Míchel (vaya ojo el de Míchel) y Diego López se empezó a salir, partido tras partido, con actuaciones magistrales. Diego López, un chico tímido y callado, empieza a transmitir en la portería, una seguridad insultante, con colocación, con grandes reflejos, en las salidas por alto, y es bendecido por una gran parte de la masa social merengue……y Mourinho decididamente apostó por él. Lo tenía claro. Iker se recupera de su lesión, pero no vuelve a la titularidad. Ese puesto se lo había ganado a pulso Diego López. Simplemente, porque era mucho mejor que Casillas en esos momentos. Casillas no acepta esta situación y empieza a desbarrar una y otra vez por la espalda contra Mourinho, incluso, utilizando a su novia, Sara Carbonero, como arma arrojadiza contra Mourinho. Casillas, utiliza a sus amigos de la prensa, ahora sí, como justicieros contra Mourinho para intentar revertir la situación deportiva en la que se encontraba y se produce la campaña más sucia, repugnante y sórdida de la reciente historia del periodismo contra un deportista y profesional como Mourinho. Campaña orquestada y capitalizada en gran medida por los panfletos madrileños As y Marca, también conocidos como AS-co y Marcaca. Y aquello degeneró hasta tal punto que Mourinho vio quién estaba detrás de aquella campaña infame. Casillas utilizó a sus amigos afines de la prensa contra Mourinho. Todo un ejército de corifeos juntaletras contra Mourinho día sí y día también. Así hay que decirlo. A voz en grito. Vendió a su entrenador. Y Mourinho, sintiéndose decepcionado y traicionado (de nuevo) por Iker, ya no quiso saber nada de él. Si una virtud tenía y tiene Mourinho, es ir de frente, decir las cosas a la cara, no ser políticamente correcto, ni hipócrita. En Mourinho no hay falsedad. Todo lo contrario que en Iker. Y así terminaron las cosas. Con Mourinho fuera del Madrid. Y con Iker dentro. Sin Mourinho, echamos a perder el mejor proyecto futbolístico de la reciente historia del Real Madrid. Se marchó, posiblemente, el mejor entrenador del Madrid en su historia. Y además, el hombre que más y mejor defendió al Madrid en los últimos 40 años desde la muerte de Don Santiago Bernabéu.

Y comienza esta temporada. Ancelotti, nuevo entrenador. Todo el mundo cree que Casillas, cómo no, una vez fuera del Madrid el malvado Mourinho, tendría su puesto asegurado en el equipo. Casi de manera vitalicia. Pero, hete aquí, que el italiano le manda también al banquillo….Y surgen, entonces preguntas, muchas preguntas, ¿No estaría Mourinho entonces tan equivocado cuando le sentó en el banquillo y su suplencia fue por motivos estrictamente deportivos?, ¿Qué tiene que decir ahora toda esa escoria mediática del As y del Marca y demás impresentables afines a Casillas, cuando decían que su suplencia obedeció a motivos personales y no futbolísticos?, ¿Habrá que lapidar, insultar, vejar, vituperar, hostigar, mentir y hacer la vida imposible también a Ancelotti por dejarle en el banquillo como hicieron con Mourinho?, preguntas y más preguntas…

Una cosa está clara. La escoria mediática que protegió a Casillas en su pulso con Mourinho ha quedado fielmente retratada. Con las vergüenzas al aire. Por eso no venden ni un puñetero de sus panfletos… Y así seguiremos los madridistas auténticos. Boicot total a esos tebeos deportivos madrileños.

Y me queda una reflexión para Iker. Si después de analizada su trayectoria en el Madrid, y su más que discutible cuando no indeseable comportamiento, Casillas aún cree que ha merecido la pena todo lo que ha ocurrido, sobre todo en los últimos tiempos, es que Casillas quiere muy poco al Madrid. Más bien, nada. Ha mirado por él y nada más que para él. Ha sido muy egoísta. No ha mirado por el equipo, por el beneficio del Madrid, ha mirado por su beneficio personal. Casillas no es un buen madridista. Dudo siquiera que lo sea. Ha dejado muchas heridas abiertas por el camino, muchas batallas en su debe. Casillas se ha convertido en un gran problema para el Madrid. Mourinho, ya no está en el Madrid para echarle la culpa de todos sus males, ¿A quién se las echará ahora?, después de la marcha de Mourinho, su situación sigue siendo la misma, e incluso peor, suplente en el Madrid y contestado por un amplio sector del madridismo de verdad. Casillas no es querido por ese amplio sector. Por algo será.

Al cierre de este artículo, se publica en la prensa hablada y escrita, que Casillas se negó a calentar en el partido contra el Betis, cuando se enteró que iba a ser suplente. Comprobado el hecho, no puedo más que sentir asombro y vergüenza ante tan incalificable comportamiento. Una falta de respeto a su compañero Diego López y a su entrenador Ancelotti. Una página más, la enésima, del que dicen que es capitán del Madrid. Penoso.

Iker, debería analizar si se necesitaban tantas alforjas para este triste camino final, suplente en el Madrid y despreciado por una gran parte de la masa social. Ningún gran capitán del madridismo acabó tan mal como él. El tiempo, es ese juez insobornable que da y quita razones y pone a cada uno en su sitio. Y el tiempo de Casillas, ha llegado y le ha puesto en el lugar que le corresponde.

Por el bien del Madrid y de él mismo, debería hacer las maletas y marcharse lejos, muy lejos del Madrid. El Madrid ya no es su sitio ni su casa. El Madrid siempre seguirá, aunque Casillas ya no esté. Afortunadamente.















Javier Muñoz