jueves, 14 de noviembre de 2013

ROBERTO PALOMAR: LICENCIA PARA INSULTAR

Hemos llegado a un punto en la sociedad actual en el que la justicia está cuestionada absolutamente y puesta en tela de juicio continuamente ante sentencias tan injustas como disparatadas. La gente, desde hace tiempo, ya no cree en la justicia. Y lo entiendo. Y lo justifico. Recientemente hemos podido comprobar en la sentencia del Tribunal de Estrasburgo de Derechos Humanos, que más bien sería de Derechos de los Terroristas. como el matar a muchas personas, resulta gratis. Es lo mismo matar a 1 que a 24. Absolutamente incomprensible.

Pues bien, resulta, que aquí en España, también insultar y vejar a un ciudadano cualquiera, en este caso, a un entrenador de fútbol, resulta gratis. Una sesuda jueza ha dictado una sentencia absolutamente incomprensible e inconcebible (http://www.marca.com/2013/10/31/futbol/1383210472.html). Según esta jueza, la expresión: Mourinho “es el típico personaje que se daría a la fuga después de causar un atropello”, no es constitutiva de delito, es decir, dicha expresión no es vejatoria ni atentatoria contra el honor de Mourinho. Según esta jueza: “no procede apreciar la intromisión ilegítima, pues debe prevalecer la libertad de información y expresión del demandado, por lo que la demanda ha de ser desestimada”. Como profesional del Derecho y entendido en leyes, (al menos eso creía yo hasta el momento), me siento escandalizado, dicha sentencia me parece una aberración jurídica. Un sarcasmo bochornoso. Un vergonzoso servicio a la justicia de este país y a la dignidad de las personas. Al margen de haber acudido a la vía civil para la protección del derecho al honor de las personas, como ha ocurrido en este caso, existe la vía penal y aquí, el Código Penal es sumamente claro y explícito en este sentido, cuando en su artículo 208 señala que la injuria: Es la acción o expresión que lesionan la dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación” En su redacción anterior, en el Código Penal de 1973, se calificaba de esta manera “Es toda expresión proferida o acción ejecutada en deshonra o descrédito de una persona”. Pues bien, si a las entendederas jurídicas y conforme al artículo mentado, según la jueza, la expresión proferida por Roberto Palomar no es delictiva, que venga Dios y lo vea. Es una auténtica vergüenza. Lo dicho hasta aquí, es un mero acercamiento a la vertiente jurídica de tan lamentable y vomitiva expresión y su consiguiente e inaudita sentencia. Es simplemente una reflexión personal de quién esto suscribe.

Pero queda la parte humana y la parte periodística. Supongo que el señor Roberto Palomar, una vez abierta la veda del insulto fácil y cobarde “autorizado judicialmente”, iniciado por él, no tendrá ningún inconveniente, ni reparo, en admitir que cualquier persona, aficionado o no del Real Madrid y seguidor o no de José Mourinho, le pudiera dedicar algunas expresiones, que seguramente no le gustarían nada. No debería rechistar ni molestarse lo más mínimo. Habría que ver la cara que pondría el ínclito Palomar, cuando dichas expresiones, le fueran espetadas en su propia cara. Tampoco, el señor Palomar debería molestarse, ni inmutarse, si a partir de ahora alguien, públicamente y a través de un medio escrito, dijera que el señor Roberto Palomar, es el típico personaje que miraría a otro lado si viera a alguien desangrándose en mitad de una calle y solo él pudiera socorrer a esa persona moribunda”. ¿Con qué legitimidad moral podría quejarse el señor Palomar si alguien dijera esto? Si alguien le dijera esto al señor Palomar, no debería molestarse, nadie estaría atentando contra su honor, claro que no, simplemente, se le estarán dedicando unos merecidos elogios por lo gran persona que es el señor Palomar.

Hace tiempo que el señor Palomar entró en el peligroso terreno de la difamación, muy común actualmente en el repugnante y abyecto mundo del periodismo deportivo, porque se mire por donde se mire, la expresión que profirió el señor Palomar contra Mourinho, es una difamación y atenta contra su dignidad como persona. Aunque diga lo contrario, la señora jueza.

Y ahora, me dirijo a usted, señor Palomar. Lo peor de todo, señor Palomar, no es que usted haya ganado este juicio a los ojos y “buen juicio” de una jueza que haya dictado esa sentencia tan cuestionable como incalificable. Lo peor, señor Palomar, es el juicio que la ciudadanía le hace a usted como persona y como “periodista”. Y ahí, usted, ha perdido con creces la batalla de la credibilidad, de la dignidad, de la decencia y de la ética profesional y personal. Usted, ha quedado absolutamente desacreditado como profesional del periodismo y, posiblemente, como persona. Su credibilidad es nula. Sus formas de ejercer el periodismo deportivo, son absolutamente nauseabundas. Impropias de alguien que se precie en hacerse llamar “periodista”. En cualquier Facultad de Ciencias de la Información se debería enseñar lo que no se debe hacer en el periodismo. Y el ejemplo sería usted y su forma de ejercerlo y practicarlo. En cualquier país serio del mundo y aplicando el espíritu de un Código Deontológico del Periodismo, a usted se le debería expedientar e incluso retirar la licencia y el carnet para ejercer como periodista. Simplemente, porque usted denigra tan noble profesión. Se le debería caer la cara de la vergüenza de tener el carnet de “periodista”

Usted, como ya tiene licencia para insultar, y le resulta gratis, siga haciéndolo, si lo estima conveniente. Y los demás, como en este caso, el que suscribe, seguiremos enjuiciando y opinando, que no insultando, sobre su forma abyecta y repugnante de hacer periodismo.

Esta es la sentencia paradigmática sobre cómo perderlo todo en el aspecto profesional y personal ganando un juicio.

Enhorabuena, señor Palomar. Disfrute usted con su esperpéntica sentencia. Estará usted orgulloso de haber ganado un juicio insultando y vejando a un ciudadano honesto como José Mourinho. Ya quisiera, usted, señor Palomar, tener el 10 % de la dignidad, de la hombría, de la ética profesional, de la honestidad, de la sinceridad y de la grandeza como persona de José Mourinho. Si usted tuviera, solo ese 10 %, sería usted un periodista reconocido y ejemplar y una persona intachable. Pero, la realidad, la triste realidad, es que usted, no tiene nada de lo que le sobra a Mourinho, ni una pequeñísima parte. He ahí la diferencia entre Mourinho y usted. Y esto no hace falta que lo diga una jueza mediante una sentencia. Eso, lo decimos los ciudadanos humildes e imparciales de la calle. Y ese juicio popular, usted lo ha perdido y es inapelable.