Siento pena al escribir esto. Voy a criticar a los míos
porque siento vergüenza de los míos. De la que se supone que es la afición
de mi equipo en la actualidad. Fui testigo de tantos abrazos desconocidos, de tantos saltos de alegría
con gente que no había visto en mi vida, de tantos momentos de alegría
compartidos, de tanta gloria......
Desde que era un mocoso y no levantaba dos palmos, mi padre
me llevaba al Bernabéu con mis hermanos mayores en aquellos gloriosos domingos en
los que jugaba el Madrid. Entonces, aquellos
domingos, eran domingos de fiesta en mi casa, aquellas paellas o cociditos
madrileños según se terciara, aquellas risas y aquel buen ambiente familiar, aquellas
tardes dominicales teñidas de nostalgia infantil y madridista…. y luego, todos
al Bernabéu a animar a nuestro Madrid. Recuerdo con nostalgia como mi padre me
ponía entre sus piernas en su abono del
Fondo Norte y yo vi con mis ojos cuando tenía mis cinco añitos, allá a
principios y mediados de los 70, a los Amancio, Velázquez, Pirri, Benito, José
Luis, Roberto Martínez, a Netzer, a Rubiñán, a Macanás y tantos otros, viví
aquella remontada heroica ante el Derby County, que fue el inicio de la leyenda
de las remontadas, luego vi a los Stielike, Juanito, Santillana, Miguel Ángel,
García Remón, San José, Ángel, sí, vi también al marqués Del Bosque, ese Judas
Iscariote, traidor de nuevo cuño y de infausto recuerdo para el madridismo
moderno. Viví y lo recuerdo con nitidez, aquella remontada ante el Celtic de
Glasgow con gol postrero de Juanito y cómo desde hora y media antes del partido,
el Bernabéu era una olla a presión que acojonaba literalmente a quién osara
aparecer por allí para disputar un partido…¡¡¡¡Pobres escoceses, cuando
salieron a entrenarse y ver el campocomo estaba antes del partido, ya se hicieron caquita
entre las piernas!!! Siendo ya adolescente y mayor, vi desde el gallinero del
Fondo Norte a mi amada Quinta del Buitre, nunca vi a nadie jugar al fútbol como
a aquel equipo, ¡¡¡Qué maravilla, Dios mío!!! Aquella Quinta, trufada con
jugadores como Santillana, Juanito (estos
dos últimos todavía sobrevivían del Madrid “anterior”, el de los 70), Gallego,
Chendo, Valdano, Hugo Sánchez, Gordillo, Camacho, etc. Y viví con una pasión inenarrable, aquellas
nuevas remontadas increíbles y épicas contra el Anderlecht (recuerdo que al día
siguiente tenía un examen de Derecho Romano en la Facultad de Derecho de la
Autónoma), contra el Borussia ( yo estaba en aquel Fondo Norte detrás de las
vallas a escasos metros cuando Santillana, con el alma, metió la pierna en el
minuto 90 y metió el cuarto, creo que todos los madridistas, la afición,
metimos ahí la pierna para meter el cuarto que nos daba la clasificación, joder, qué alegría, aquello no lo
puedo describir con palabras, nunca se me olvidará aquello mientras viva, cómo
nos abrazábamos gente de todos los colores, clases, edades, sin habernos visto
en la vida, en aquella fiesta interminable, ese día juré pasión y amor eterno
por mi Madrid –ya estaba enamorado y llevábamos de “novios” muchos años-, en la
salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en las duras y en las
maduras, siempre fiel, hasta que la muerte nos separase. Famoso fue aquel
partido, creo, por aquella escena de Juanito dando saltos al final del partido cuando
le sustituyeron), contra el Inter de Milán en dos ocasiones, con goles
increíbles de Santillana en remates acrobáticos, en fin……. tantísimas batallas.
Recuerdo con singular emoción cómo aquella bendita afición
era un símbolo del Madrid, era una afición ejemplar, única en su especie, era
la mejor afición del mundo, apoyando al equipo desde el primer minuto, dándolo
todo por nuestros colores, por nuestros jugadores, animando al que tenía un mal
día y aunque fuéramos perdiendo por tres goles de diferencia faltando 10
minutos para el final, era increíble ver cómo la gente animaba y comentaba
convencida que metíamos cuatro en esos 10 minutos…. Y a veces ocurría. Recuerdo
un partido contra el Betis, a principios de los 80, creo, que íbamos perdiendo
0-3 a falta de 10 minutos o menos y acabamos 4-3 con tres o cuatro goles de
Paco García Hernández, y como ese, muchos ejemplos más…
Aquella afición del Madrid era para hacer llorar de emoción, lo
daba todo por el equipo, aquellas increíbles y épicas remontadas no hubieran
tenido lugar sin su apoyo. Esa afición acojonaba a los equipos rivales, que salían
ya con un gol en contra en el túnel de vestuarios, daba pánico pisar el césped
del Bernabéu (de ahí también, la famosa frase de Jorge Valdano sobre el miedo
escénico). Algo tenía aquella afición que pensaba en que su Madrid era único y
mágico (y lo era), porque aquellas remontadas heroicas y aquel convencimiento
"sobrenatural" de poder conseguirlo todo, rebasaba cualquier explicación lógica.
Daba igual que hiciera un calor achicharrante, que cayera el
Diluvio Universal, que nevara, que hiciera un frío insoportable, daba igual,
aquella afición iba al campo a ver a su Madrid, a animar, a ver ganar a su
equipo. Recuerdo ver y vivir partidos y calarme hasta los huesos de lluvias eternas y pertinaces ahí
con mi paraguas, de terminar muchos partidos aterido de frío y tiritando, y
como yo todos los que estaban conmigo alrededor, pero siempre animando al equipo incansablemente.
Quizás, aquella incomodidad de los fondos sin asientos, los famosos gallineros de los fondos norte y sur, de aquel campo sin
calefacción, sin tantas comodidades, le daba a aquella afición un plus de
heroicidad y reconocimiento que ahora no existe, todos tan calentitos, reclinados
confortablemente en sus asientos, sin que les caiga una gota si llueve…
¿Y qué fue de aquella afición? Se fue yendo, muchos nos
hicimos mayores, cuarentones, algunos dejaron de ser socios, abonados, y se
marcharon hastiados de ver cómo algunos, con los que compartimos tantos momentos
de alegría y gloria, se fueron acomodando, se fueron a aquellos abonos de
señoritos, cerca de esos palcos infames con canapés y azafatas, y si al equipo se
le ocurría no ganar un partido (como si fuera tan fácil y una obligación
perenne), empezaban a protestar, ahí se empezó a perder la esencia de aquella maravillosa y heroica afición, ahí se
empezó a perder el corazón de una afición única que jamás volverá. Empezaron a ensuciar la imagen de aquella mítica afición del Madrid. Aquella
afición, hastiada y harta, simplemente se marchó.
Me considero heredero de aquellos heroicos madridistas que
hemos apoyado a nuestro Madrid en todo lugar y circunstancia, bajo cualquier
situación adversa, bajo cualquier inclemencia climatológica, me considero
heredero de aquella afición majestuosa. Animábamos al equipo hasta quedarnos
roncos. Soy parte de ella.
Y al ver ahora, cómo algunos se dedican desde el primer
minuto a pitar, a silbar, a mostrar su disconformidad contra todo y contra
todos, me hace sentir pena y vergüenza. Vergüenza ajena. Pitar a símbolos del
Madrid como Cristiano Ronaldo, que se parte (literalmente) la cara por nuestro
equipo y que ha batido todos los récords habidos y por haber, silbar a un
entrenador como Mourinho, que es quién más ha defendido al Madrid en los
últimos 30 años, silbar continuamente a jugadores porque tienen un mal día, pitar al equipo porque hace una mala jugada, eso, no es digno de una afición ejemplar, es realmente vomitivo,
inaguantable, patético. Cristiano y Mourinho se merecerían en cada partido una ovación
continua y por supuesto, un monumento por su demostrado madridismo.
¿De dónde ha salido toda esta gente que en la actualidad
asiste a una función teatral sin calentar las manos, sin aplaudir una sola vez en
90 minutos?, ¿Cómo pueden estar comiéndose bolsas enteras de pipas durante 90
minutos sin pestañear?, ¿Cómo osan llamarse madridistas?, ¿De qué planeta han
venido?, ¿Cómo pueden ser tan fríos y tener tan pocos sentimientos?, ¿Por qué
dejan en tan mal lugar y manchan la HISTORIA (con mayúsculas) del Madrid?
Es una pena y un eterno lamento el ver evolucionar a la que
fue un día la mejor afición del mundo en mi niñez, en mi adolescencia y juventud, convertida ahora,
en mi madurez, en una afición perversa, cruel y antipática, sin duda, la peor del mundo. Terminaré
odiándola en mi vejez. Viví y crecí con la mejor afición del mundo, me moriré
con la peor, sin duda.
Yo viví aquello, soy heredero de la HISTÓRICA Y MARAVILLOSA
AFICIÓN DEL MADRID QUE UN DÍA SE FUE. Siento una gran nostalgia y derramo
lágrimas cuando aquella afición del Madrid era una grandísima afición, a la par
que temible. Jamás olvidaré a “MI AFICIÓN”. Siento asco por lo que veo hoy en
día. Por esta asquerosa afición.
EL MEJOR EQUIPO DE LA HISTORIA NO PUEDE TENER A LA PEOR
AFICIÓN DEL MUNDO.
Un saludo para todos y un recuerdo imborrable para “MI
AFICIÓN”. AQUELLA ETERNA Y MARAVILLOSA.
Javier Muñoz Bargueño